Esta historia, con mentalidad perversa, es algo que todos sufrimos o hicimos cuando fuimos chicos, desde Passarella o Maradona a los chicos que sólo tuvieron el agrado de jugar al fútbol en el patio de su casa. Cuando la leía recordaba cuando elegíamos en el colegio y me hizo pensar en lo mal que me sentía cuando me tocaba ser último o lo mal que se sentirían los que iban a los equipos por descarte.
En la historia hablan de un arquero, un chico gordo que termina en el arco por su mal condición física, pero esta elección de antes del comienzo del partido siempre tiene el mismo orden. En la elección van primero los buenos que jugaban en la mitad o arriba, después los que andaban bien en toda la cancha y por últimos que se quedaban abajo y el arquero. Algo humillante para la posición de defensor y de arquero.
Ésta es una ideología humana de siempre querer ganar y por eso elegimos primero a los que meten goles, algo que no va a cambiar. Si se pensara un poco desde los partidos con amigos hasta las máximas ligas se podría mejorar el juego. El Barcelona es un club que prioriza todos los puestos, desde el arquero con Valdez hasta Messi pasando por Puyol y Xavi, siempre intenta salir jugando, tocando y asegurando la pelota. Si Guardiola no tuviera la seguridad de sus centrales en el fondo y la actitud de su arquero no ganaría nada porque por más que los de arriba metan diez goles, en su propio arco también sufriría una cantidad similar.
En la historia de Augusto también nombran a un chico que no era bueno jugando pero se las arreglaba para tirar la pelota afuera. La única cualidad contada en la historia de este otro chico no algo que no es muy bonito a los ojos del espectador, pero muchas veces necesario. En situaciones límites hay que tirar la pelota afuera y desde Puyol, para mantener el ejemplo, hasta en las canchitas de tierra se hace y salvan situaciones de gol. Cuantas veces Augusto, el niño de la historia, habrá agradecido que algún central la tirara afuera para que no le pateen una pelota imposible de atajar.
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